¿DONDE ESTAN LOS
SINDICATOS?
Está
terminando la campaña de recogida de aceituna de mesa, el verdeo, en la
provincia de Sevilla. Es una de la que mueve más contrataciones y dura más
tiempo. Este año hubo poca cosecha y eso se ha notado en su duración. Pero lo
que asusta más es la confirmación de la pérdida creciente de los derechos
sociales y laborales de los trabajadores y el descrédito e incapacidad de las
organizaciones sindicales.
Por
un lado, estamos retrocediendo muchos años atrás en nuestros derechos. Esto es
lo que está ocurriendo: en buena parte
de los tajos no se paga el salario; imponen el destajo a bajo precio; hay que
trabajar cobrando por caja cogida; lo que muchos trabajadores cobran en estas
condiciones oscila entre 10 y 35 euros por jornada, no llegando al salario
legal; en otros casos obligan a los trabajadores a pagar la parte de la
cotización a la seguridad social que corresponde al empresario por las peonadas;
obligan a que sean los trabajadores quienes paguen el salario a los
responsables de cuadrillas; en otros casos van a trabajar solo para que les
apunten las peonadas para tener derecho luego al subsidio; no admiten mujeres; en
tajos y cuadrillas el silencio y el miedo es obligado para poder echar la
temporada;…. Nadie protesta, nadie reclama. Los derechos democráticos y las
libertades de expresión, de huelga, de estar sindicado, de algo tan elemental
como es protestar, es una ilusión en el medio rural. Las últimas generaciones
de ciudadanos se encontraron con las libertades y estos derechos ya reconocidos.
Ahora están comprobando como se trabajaba hace 40 años. A ese nivel estamos
retrocediendo. Los derechos democráticos es mentira.
Por
otro lado están los sindicatos, que ahora es cuando deben hacerse notar. Aquí hay
faena para ellos, para que tantos liberados sindicales con dinero de
subvenciones públicas, que se le llena la boca hablando de derechos y
libertades, se ganen dignamente esos generosos salarios que pagamos entre
todos. Hay que hacer manifestaciones y huelgas generales de vez en cuando,
firmar grandes acuerdos que al final sirven de poco más que para justificar su
propia financiación. Hacer marchas y ocupar fincas públicas y abandonadas y
mercadonas, luchas que comparto. Pero
también hay que frenar los abusos en los tajos de trabajo, la pérdida de
derechos y libertades, obligar al cumplimiento de los convenios y que se page
al trabajador lo que le corresponde y necesita para vivir. Hay que defender a
los trabajadores y darle calor y esperanza. Si hace falta se paralizan los
tajos, se ponen las denuncias que hagan falta en las inspecciones de trabajo y
se hacen escraches a las grandes fincas que no respeten nuestros derechos. ¿Porqué
no se ocupan fincas para que se respeten los convenios colectivos?. Claro que
este tipo de sindicalismo no es subvencionado por el estado ni tampoco tiene
titulares en los medios de comunicación. Aquí no cabe el sindicalismo de
espectáculo. Aquí solo es eficaz el sindicalismo directo, duro y a “pié de
tajo” que sirve para ganarse el respeto y el apoyo de los trabajadores y se
defiende consecuentemente los intereses de ellos, que es a quien se deben y a
quienes representan. Yo estoy a favor de este sindicalismo.
El
Coronil, 20 de octubre de 2013
Manuel Lara
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